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Pandilla Salvaje:

El creador del sitio —que también resulta ser el que escribe—, es un vago; un vagabundo salvaje; aunque él prefiere verse como un Flâneur a lo Baudelaire o a lo Walter Benjamin. Sin embargo, las multitudes de personas no son su elemento, lo son las de animales, perros, sobre todo; entra más salvajes, mejor.

Es conflictivo, cree que un diálogo sin conflicto es una conversación aburrida. Quizás por eso solo tiene un par de amigos. Todo el contenido de la página se integra de paradojas. Como en un lugar dice una cosa, en otro dice otra; contradicciones escritas al ahí se va.

Habla de cinematografía, está enfocado en el quehacer del cine, pues, en su vagar tuvo la fortuna de cruzarse con personas que le dieron la oportunidad de trabajar en este, también hizo series para la televisión, en ambos casos su alcance fue el departamento de producción. Por ahí alguien lo invitó al sueño que todo científico piensa poder materializar, el de formar a otros —como si el quehacer científico fuera cosa de manuales y normas—. Duró poco, aunque se siente afortunado por haber cruzado su aventura con otros entusiastas, soñadores de los que aprendió más que de lo que él les ofreció. El resultado final de este experimento fue, deformar en lugar de formar.

Incluso habla de escritura, cree que por redactar unos guiones de cine —irrealizables dentro de un sistema estructural de convenciones y tradiciones— puede transmitir alguna experiencia. O por cargar unos manuscritos propios, que no encuentran a un valiente que los publique con la esperanza de descubrir a lectores voluntariosos. A pesar de todo, de que tanto el que lee como el que escribe, son especies en extinción, plasmar sus ideas y compartirlas es lo que lo hace libre. O sea, es lo suyo.

Es posible que, algo de lo que se dice en estas páginas, le pueda servir a alguien; por lo menos para hacer lo más difícil del trabajo científico, comenzar. Y, mientras se navega entre líneas, es importante recordar que el que escribió, es un vagabundo sin instrucción, que tiene fallas en la prosa que hace a la narración aburrida, larga, redundante, no lineal, hasta molesta para aquellos obsesivos de la ortografía y buenas costumbres. Si esto ofende, una disculpa, el escritor es un vago, su mente un caos y, como fijarse en la ortografía, cuando a pesar de vivir con perros, pasa por alto lavarse las manos antes de comer. Así es, un salvaje.

Claro que cree en la ortografía, es consciente de que un acento ausente o una coma vagabunda como él, transmite una idea errónea, quizás una ofensa. Pero una vez más, él deforma, no forma. Sus fallas no son una cuestión de rebeldía a la Real Academia de la Escritura. Son por no saber, pero aprende cuando se da cuenta de su error o alguien, amable o déspota, se lo señala. Si algo tiene claro en la vida es que nada es absoluto, acepta que A + B = C, pero entiende que la prueba está incompleta. Funcional, hasta que alguien muestre la falla; Quaerendo invenietis.

Conclusión, el objetivo de este salvaje, vagabundo rodeado de perros, no es encontrar lectores o internautas que estén de acuerdo con él, sino alimentar su curiosidad y motivar el sentido de contemplación. En sí, y parafraseando al poeta, este sitio es un lugar donde se habla de todo y no se dice nada.

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