Las películas dependen del trabajo de muchas personas. Toda esa labor que se imprime en el cuadro cinematográfico puede venirse para abajo o puede lucirse debido al trabajo de los actores que interpretan a los personajes.
La interpretación correcta del drama activa la consciencia del espectador y lo identifica con el drama y emociones de los personajes. En su subconsciente, imprime las secuencias como un todo. Así el público, ya concentrado. Se compenetra y extrae de sus recuerdos experiencias que le hacen aprender y entretenerse con la trama de la historia.
El director decide lo que se ve a cuadro y diseña el trazo escénico, el fotógrafo ilumina el acto, arte, decora, la locación, vestuario viste a los personajes, el sonido crea el ambiente y el editor decide la yuxtaposición de imágenes. Todo su esfuerzo y trabajo recae en los hombros del actor. Por eso es importante que dé una interpretación creíble; humana.
Para expresarlo mejor, el espectador puede ver una película con una narrativa simple y ordinario, pero si la representación del actor es entrañable, la película alcanza un gran valor. Por el otro lado, cuando se muestran imágenes bellas con movimientos de cámara modernos e innovadores y la pantomima es aburrida y simple, el público lamentará haber comprado un boleto de cine.
Cito dos ejemplos de películas que en su momento fueron populares, pero el éxito de ambas fue distinto. Pretty Woman logró realzar una historia que se filmó de manera pura. The Island of Dr. Moreau Excelente puesta en escena, buena iluminación, gran decoración… todo funciona, excepto que los actores nunca llegaron a comprender a los personajes de H.G. Wells. ¿Mal dirigidos? John Frankenheimer, lo dudo, ¿historia? No; Solamente fueron buenos actores, con falta de motivación.
La creación de un humano.
Leer es uno de los mayores placeres que tenemos. Estamos siempre en la búsqueda de textos que nos abran la mente y nos muestren una perspectiva distinta del mundo. Un actor lee distinto los textos. Lo que el lector imagina, el actor lo debe saber materializar.
Los escritores de historias plasman detalles para crear los ambientes de cada escena. Al momento de representar estas, la atmósfera, ya sea en un escenario de teatro o un set de filmación, dista de la imagen narrada por el autor. Luces, público, cámaras, gente, ruido, vamos, un mundo de personas y objetos rodean al actor cuando se le pide interpretar tal o cuál acción. ¿Cómo lo logran? Con mucha imaginación y mucha concentración. Esa es la parte sencilla.
El escritor puede decir “y Aurora llora profundamente”, el director de escena puede explicarlo, pero llorar por llorar, quizás funciones para la proyección de las tres de la tarde. Esto no funciona cuando quieres mostrar un verdadero llanto de desesperación y hacer que el público se conmueva dentro de un cuarto oscuro.
Por ello el actor aprende a de herramientas conocidas como métodos de actuación. Estos son procesos que les ofrecen a los intérpretes distintas maneras de construir a sus personajes.
El método.
Todos somos actores interpretando el papel que hemos escogido para nosotros. A veces tenemos en un mismo día distintas interpretaciones de nuestros personajes: el de la casa; el del trabajo; el de la fiesta; el de ligar. En nuestro día a día, interpretamos distintos roles que requieren de diferentes emociones y motivaciones para hacerlos creíbles.
El proceso que utilizamos para dar forma a estos personajes es muy parecido al que utiliza un actor profesional.
Existe una rica variedad de métodos de actuación, escuelas e instrucciones, al rededor del mundo que enseñan sistemas distintos. También se puede aprender a base de la experiencia.
¿Por qué existen lugares para enseñar esta disciplina si es algo que hacemos todos los días? Porque el papel que estamos acostumbrados a interpretar, como raíz, tiene a nuestra personalidad. Podemos actuar de manera distinta en nuestra casa de la oficina, pero siempre seremos fulano o perengano. Esto es, la misma persona, solamente con otro lenguaje, acciones y comportamientos. Incluso podemos engañar a nuestros padres o pareja mostrando tristeza con una lágrima aquí y allá. Sin embargo, esa acción simplista, solo es creíble porque las personas conocen ya a nuestro personaje, y en general, la gente tiene inclinación al melodrama. Pero el verdadero llanto no se muestra con gotas saladas saliendo de nuestros ojos. Cuando estamos tristes pocas veces lloramos en público, lo hacemos en privado, en la intimidad. Cuando estamos con gente alrededor no queremos mostrarnos vulnerables, al contrario. Y la persona que llora en público está desesperada, furiosa, impotente, etcétera, pero no triste.
Cuando habló del metodo no me refiero al creado por Konstantin Stanislavsky. Relacionamos a este sistema, con una serie de reglas y procesos, que nacieron por la necesidad de interpretar personajes con características más humanas.
Antes de Goethe, la mayoría de las historias giraban alrededor de personajes binarios —buenos o malos— que se enfrentaban a situaciones complejas. Agamemnon matando a Efigenia para tener buen viento, Edipo casándose con su madre sin saberlo, Hamlet vengando la muerte de su padre. Todos estos personajes son buenos o malos y sus acciones se justificaban bajo estos principios y valores.
En cambio, por citar algunos, cuando Chekov, Dostoyevski, Tolstoi, Ibsen, comenzaron a contar historias de gente común, ya no de reyes, príncipes y caballeros de las cruzadas, sino de personas que tienen que enfrentarse a dilemas éticos y purgar sus conflictos internos. Esto es, al hombre libre que tiene que decidir, no entre el bien y el mal, sino lo mejor para él. Y tiene que aprender a vivir con las consecuencias de estas decisiones.
Fue entonces que el actor, para encontrar las motivaciones que movían a su personaje, ya no bastaba en escoger entre el bien y el mal. Ahora era Raskólnikov matando por dinero, pero justificando que libró al mundo de un ser despreciable; Nora deliberando entre sacrificar su dignidad o salvar la honra de su corrupto esposo; Vania hastiado de la mediocridad de la vida, atrapado en una hacienda por un amor imposible.
El método, al ser el primero en dar las herramientas al actor para interpretar estos personajes, se hizo popular. Con el tiempo, se ha interpolado con otros procesos y se ha perfeccionado; aun así, sigue siendo el referente. Al igual que en la escritura lo es El héroe de las mil caras.
El análisis.
Cuando eres un cajero de banco con tres hijos y te piden interpretar a una mujer judía que se embaraza, y tiene que decidir entre casarse, parir y sacrificar sus sueños de vida profesional y cumplir con las normas impuestas por la sociedad; ya no basta con dejar que tus ojos se sequen y parpadear con fuerza para generar lágrimas. Necesitas echar mano de cualquier mapa mental que encuentres para entrar en la piel de este personaje ficticio.
Estos mapas mentales que ofrecen métodos para encontrar motivaciones son una herramienta, pero no lo son todo. Aún falta experiencia, concentración, exploración interna, crear al personaje. Encontrar elementos que te acerquen, que te hagan sentir y emocionar como a este héroe que se te pide generar de la nada. El trabajo no es sencillo.
Ojalá todos los autores escribieran ambiente y personajes como Nabokov o Guadalupe Nettel. Cada autor tiene su estilo y proceso. Por ello, los actores deben analizar y compenetrarse en la obra para gestar o encontrar características que les facilite la materialización del personaje. Algo que los ayude a transformar a ese cajero en una mujer judía con sueños e ilusiones.
El trabajo.
La preparación de una película o una obra de teatro, todo lo que sucede antes de la puesta en escena, es visualización.
Así como el personal del rodaje y tras bambalinas se utilizan imágenes, pruebas, ensayos. El actor hace un trabajo de mesa con el director. Esto ayuda a los intérpretes a comprender las metas, imágenes y reflejos que desea mostrar en el escenario al público.
El intérprete sufre en un lugar donde la gente no está preparada, ignora su espacio creativo y no le permite familiarizarse en silencio y calma con el espacio antes de su ejecución. Aunque debe de estar preparado al igual que el resto de la gente, su trabaja es el único que se realiza en el momento y depende de su energía y creatividad.
Nada está más lejos de una buena película, que ser dirigida por un egoísta que cree que su momento de exploración y trabajo creativo es durante la producción.
Discover more from Pandilla Salvaje
Subscribe to get the latest posts sent to your email.